TAN LUSTRADO COMO VALIENTE Raúl está sentado en una estropeada silla de oficina gris de cinco patas. Sus manos arrugadas pasan insistentemente la pequeña esponja descolorida por encima de la campera de cuero marrón. De vez en cuando se detiene para observar la gente que pasa por allí. Son las 13:55 horas y la Plaza Independencia se regocija de tanto ajetreo. Una primavera fría. Camperas abrigadas y gorros de lana se avistan por doquier. La aterida brisa aparca en la gigantesca plaza, mientras el sol se esfuerza por entibiar. Un vendedor de gorros corderito se pasea aprovechando el desafortunado clima para liquidar su mercadería. Él mismo lleva puesto uno para demostrar su calidad y elegancia; negro, marrón, blanco y animal print son los modelos. “Es hora de trabajar” , dice la barrendera centroamericana mientras toma su carrito lleno de bolsas negras y escobillones; su descanso terminó hace unos minutos. Y aunque todavía no es la hora de salida, varios escolares invaden el l
Epifanía Narrativa: la literatura y el periodismo como manifestación de la realidad